Los cupos o extorsiones son un asalto continuado, un despojo violento de los pocos recursos que algunos emprendedores o comerciantes han logrado obtener con esfuerzo y sacrificio de toda una vida.

No hay peor ciego que el que no quiere ver

NO HAY PEOR CIEGO QUE EL QUE NO QUIERE VER

Los cupos o extorsiones son un asalto continuado, un despojo violento de los pocos recursos que algunos emprendedores o comerciantes han logrado obtener con esfuerzo y sacrificio de toda una vida.

Los cupos o extorsiones son un asalto continuado, un despojo violento de los pocos recursos que algunos emprendedores o comerciantes han logrado obtener con esfuerzo y sacrificio de toda una vida.
Los cupos o extorsiones son un asalto continuado, un despojo violento de los pocos recursos que algunos emprendedores o comerciantes han logrado obtener con esfuerzo y sacrificio de toda una vida.
No hay peor ciego que el que no quiere ver
No hay peor ciego que el que no quiere ver Escribe Óscar Vásquez

Lo que el gobierno pretende es mostrar un país que solo está en su imaginación; hasta el momento no entienden que el sufrimiento de las familias que están perdiendo a sus seres queridos bajo las balas asesinas. Los cupos o extorsiones son un asalto continuado, un despojo violento de los pocos recursos que algunos emprendedores o comerciantes han logrado obtener con esfuerzo y sacrificio de toda una vida.

La incompetencia del gobierno no encuentra soluciones para frenar la creciente ola de violencia. Lo que hacen es considerar a los peruanos que reclaman en las calles como sus enemigos. Intentan desprestigiar a los dirigentes que convocan a los paros -medidas de fuerza absolutamente legítimas-, acusándolos de azuzadores de actos violentos que no pueden demostrar.

Algunos medios de prensa se han sumado con entusiasmo a esta campaña; con ligereza lanzan acusaciones descabelladas y califican como traidores a la patria a los líderes de los partidos políticos, donde dos de los dirigentes del transporte urbano son afiliados. Con rapidez, olvida- ron los días en que Montesinos les pagaba con fajos de billetes para mentir y difamar impunemente.

Las afiliaciones a las organizaciones políticas son derechos de todos los ciudadanos, son la base de una democracia, y nadie debería ser cuestionado por pertenecer a un partido político.

Aquí empiezan las odiosas discriminaciones: si los conocidos políticos de siempre se pronuncian, son la voz de la democracia. Si lo hacen ciudadanos de a pie, son violentistas y deben ser apresados de inmediato. A pesar de la magnitud de la situación y del drama que viven a diario miles de peruanos con riesgo de muerte, los voceros de algunos partidos se esmeran en hablar de la izquierda y la desestabilización del país.

Los ministros, que más parecen zombis políticos, solo dan declaraciones para defender a la presidenta o divagar sobre boicots al foro APEC. No cabe duda de que el pánico se apoderó del gabinete con tan solo pensar en marchas o protestas en esta cita internacional, donde están anunciados los presidentes más importantes del Asia-Pacífico, con el presidente de China, Xi Jinping, a la cabeza.

Lo que el gobierno pretende es mostrar un país que solo está en su imaginación; hasta el momento no entienden el sufrimiento de las familias que están perdiendo a sus seres queridos bajo las balas asesinas. Los cupos o extorsiones son un asalto continuado, un despojo violento de los pocos recursos que algunos emprendedores o comerciantes han logrado obtener con esfuerzo y sacrificio de toda una vida.

A pesar de los anuncios funestos de una recesión económica, gatillada por la inseguridad que escala sin control, los esfuerzos de la presidenta y sus acólitos que fungen de ministros están dirigidos a negar lo evidente, descalificando a quienes han salido al frente, en defensa de sus gremios y compañeros de trabajo.

Las divisiones en nuestra sociedad salen a flote con más fuerza; los viejos políticos, muchos de ellos verdaderos culpables del desmadre producido en nuestra democracia, son los primeros en acusar, sin medida ni recato, a los peruanos que han salido a la palestra para llevar la voz cantante de los millones de ciudadanos que ya estamos hartos de tanto sinvergüenza.

Sobre piedras, palos. A las desvergonzadas leyes con nombre propio de este Congreso de malandros y la alianza de piratas dispuestos a robarnos la patria se suman los ayayeros y periodistas rastreros que hablan y escriben al mejor postor. ¡Vade retro, Satanás!

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