No hay peor ciego que el que no quiere ver
NO HAY PEOR CIEGO QUE EL QUE NO QUIERE VER
Los cupos o extorsiones son un asalto continuado, un despojo violento de los pocos recursos que algunos emprendedores o comerciantes han logrado obtener con esfuerzo y sacrificio de toda una vida.
Lo que el gobierno pretende es mostrar un país que solo está en su imaginación; hasta el momento no entienden que el sufrimiento de las familias que están perdiendo a sus seres queridos bajo las balas asesinas. Los cupos o extorsiones son un asalto continuado, un despojo violento de los pocos recursos que algunos emprendedores o comerciantes han logrado obtener con esfuerzo y sacrificio de toda una vida.
La incompetencia del gobierno no encuentra soluciones para frenar la creciente ola de violencia. Lo que hacen es considerar a los peruanos que reclaman en las calles como sus enemigos. Intentan desprestigiar a los dirigentes que convocan a los paros -medidas de fuerza absolutamente legítimas-, acusándolos de azuzadores de actos violentos que no pueden demostrar.
Algunos medios de prensa se han sumado con entusiasmo a esta campaña; con ligereza lanzan acusaciones descabelladas y califican como traidores a la patria a los líderes de los partidos políticos, donde dos de los dirigentes del transporte urbano son afiliados. Con rapidez, olvida- ron los días en que Montesinos les pagaba con fajos de billetes para mentir y difamar impunemente.
Las afiliaciones a las organizaciones políticas son derechos de todos los ciudadanos, son la base de una democracia, y nadie debería ser cuestionado por pertenecer a un partido político.
Aquí empiezan las odiosas discriminaciones: si los conocidos políticos de siempre se pronuncian, son la voz de la democracia. Si lo hacen ciudadanos de a pie, son violentistas y deben ser apresados de inmediato. A pesar de la magnitud de la situación y del drama que viven a diario miles de peruanos con riesgo de muerte, los voceros de algunos partidos se esmeran en hablar de la izquierda y la desestabilización del país.
Los ministros, que más parecen zombis políticos, solo dan declaraciones para defender a la presidenta o divagar sobre boicots al foro APEC. No cabe duda de que el pánico se apoderó del gabinete con tan solo pensar en marchas o protestas en esta cita internacional, donde están anunciados los presidentes más importantes del Asia-Pacífico, con el presidente de China, Xi Jinping, a la cabeza.
Lo que el gobierno pretende es mostrar un país que solo está en su imaginación; hasta el momento no entienden el sufrimiento de las familias que están perdiendo a sus seres queridos bajo las balas asesinas. Los cupos o extorsiones son un asalto continuado, un despojo violento de los pocos recursos que algunos emprendedores o comerciantes han logrado obtener con esfuerzo y sacrificio de toda una vida.
A pesar de los anuncios funestos de una recesión económica, gatillada por la inseguridad que escala sin control, los esfuerzos de la presidenta y sus acólitos que fungen de ministros están dirigidos a negar lo evidente, descalificando a quienes han salido al frente, en defensa de sus gremios y compañeros de trabajo.
Las divisiones en nuestra sociedad salen a flote con más fuerza; los viejos políticos, muchos de ellos verdaderos culpables del desmadre producido en nuestra democracia, son los primeros en acusar, sin medida ni recato, a los peruanos que han salido a la palestra para llevar la voz cantante de los millones de ciudadanos que ya estamos hartos de tanto sinvergüenza.
Sobre piedras, palos. A las desvergonzadas leyes con nombre propio de este Congreso de malandros y la alianza de piratas dispuestos a robarnos la patria se suman los ayayeros y periodistas rastreros que hablan y escriben al mejor postor. ¡Vade retro, Satanás!